23 de abril. Día de Castilla y León.
Hace más de cinco siglos, un grupo de ciudadanos reclamó formalmente a Carlos I un gobierno más participativo, en el que el Rey gobernara junto a las ciudades, respetando su autonomía, tradiciones y leyes.
El hartazgo por la explotación de Castilla para financiar los intereses del monarca en Europa dio lugar a un movimiento civil e ideológico que se extendió por todo el Reino de Castilla, abarcando lo que hoy son provincias como Toledo, Valladolid, Segovia, Ávila, Salamanca y León.
Sus líderes fueron conocidos como los Comuneros, y estos eran sus principales objetivos:
1. Autonomía para las ciudades y derecho a decidir sobre sus propios asuntos.
2. Rechazo a la centralización del poder en el Rey y sus consejeros extranjeros.
3. Mejor gestión de los impuestos, que no se destinaran únicamente a los intereses europeos del monarca.
4. Derecho de las Cortes a decidir sobre leyes y decretos importantes.
5. Fin de los nombramientos de funcionarios extranjeros ajenos a la realidad local.
6. Defensa de las leyes tradicionales de Castilla y de los fueros locales.
7. Recuperación de la soberanía de Castilla, en lugar de estar gobernada por intereses externos.
8. Un gobierno más participativo y justo, con voz para las ciudades.
La negativa del Rey provocó una sublevación que culminó en Villalar, donde las tropas imperiales derrotaron a los rebeldes y ejecutaron a sus líderes: Juan de Padilla (Toledo), Juan Bravo (Segovia) y Francisco Maldonado (Salamanca).
Aunque fue una derrota militar, su ideario perduró y, a pesar de las diferencias sociales y políticas de su época, muchos de sus principios reflejan valores democráticos actuales, como la participación ciudadana, la defensa de las libertades y las tradiciones, así como la lucha por una economía más justa y equitativa.
Castilla y León, orgullo eterno.
Villalar, siempre presente.